domingo, 17 de septiembre de 2023

el burdel del espionaje nazi ...el SALON KITTY

 " Durante el régimen de Adolf Hitler, en una calle tranquila del acomodado barrio berlinés de Charlo-ttenburg funcionó un discreto burdel para hombres poderosos regentado por una señora de porte elegante, que el aparato de seguridad nazi utilizó para tareas de espionaje. El célebre salón Kitty, popularizado internacionalmente por la película erótica homónima dirigida en 1976 por Tinto Brass, debe su nombre a la madame alemana Kitty Schmidt, una profesora de piano que a inicios de 1939 abrió un lucrativo negocio local de prostitutas de lujo al que llamó Pensión Schmidt, y que estaba destinado a convertirse en pasto de mitos y exageraciones.



En una vivienda en el tercer piso de esta finca, en una superficie total de unos 500 metros cuadrados, tenía Kitty Schmidt su pensión, que no era oficialmente un burdel porque en el régimen nazi la prostitución estaba prohibida; era todo muy discreto”, explica Urs Brunner, señalando el número 11 de la Giesebrechtstrasse, una calle arbolada que desemboca en la famosa avenida Kurfürstendamm. En el edificio en el que Schmidt alquiló el espacio para instalar su prostíbulo –donde creció su hija y se crió también su nieto, ambos ya fallecidos–, no queda por supuesto rastro alguno de aquellas actividades.

El burdel acudían jerarcas del régimen nazi, pero también militares, diplomáticos extranjeros e invitados importantes del Tercer Reich, así que en el cuartel general de la Gestapo surgió el plan de espiar a unos y a otros durante sus visitas al local. La primera men-ción del salón Kitty –y con ese nombre– figura en las memorias de Walter Schellenberg, jefe del espionaje nazi que participó en la operación, publicadas en 1956.

Schellenberg atribuye la idea a Reinhard Heydrich, jefe de la Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA), personaje siniestro que fue además uno de los principales arquitectos del Holocausto. “Casi seguramente las mujeres que trabajaban en el burdel tenían que informar a la Gestapo y a los servicios de seguridad, y se instalaron instrumentos técnicos de escucha, pero las fuentes varían sobre cuáles eran esos instrumentos.

Pese a que los clientes relajados hablaban más de la cuenta, no consta que los servicios de seguridad nazis obtuvieran revelaciones mínimamente útiles para sus fines o relevantes para el curso de la guerra. Les sirvió casi más para vigilar a sus propios correligionarios de alto rango, aunque también sin grandes consecuencias. “Eran criminales horribles, pero en aquel momento eran también hombres jóvenes que estaban en cargos muy elevados; el mismo Heydrich había leído muchas novelas de espionaje británicas, se sabe que le gustaban mucho, y tenía fantasías sobre los servicios secretos"

FUENTE: https://www.lavanguardia.com/cultura/20201024/484249939476/salon-kitty-burdel-nazi-berlin-sexo.html

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